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Hagamos juntos un camino que se anda con los ojos, un camino construido con letras. Un camino cuyo final pueda ser elegido y diferente para cada lector. Y es que a veces caminando podemos descubrir que la vida está llena de maravillas, solo tenemos que caminar sobre el libro adecuado.



miércoles, 3 de marzo de 2010

Historia del Nogal: Amor Maldito

Normalmente experimento una cantidad de sensaciones que la mayoría de las personas no puede ni llegar a imaginar. Ver el sol rojizo desperezarse y levantar el vuelo en una mañana que promete ser lluviosa y en la que la luna aún está presente en el cielo, a medida que el sol sube, esta baja, como si de una balanza se tratase. Es un privilegio que muy pocos tienen. Sentir el viento frío en la cara, que te hace evadirte de toda la sociedad y sumergirte por completo en la naturaleza. Crear una simbiosis, de respeto, perfecta con la madre tierra, con la diosa Gäia.

La pena es que esto haya tenido que descubrirlo por obligación, y también es una pena que sea un secreto, un secreto que guardo con la tierra, con el viento, con la lluvia y con los árboles también. Hoy un viejo Nogal me contó una historia, de Eras pasadas, según decía. Ahora os la contaré yo:

Joven e intrigante, extrañamente preciosa y autista, así definían a Liena los habitantes del bosque. Una dama elfa nacida en una protección absoluta y castigada a no socializar por su propia familia. Huérfana de padre, vivía con su madre, como su única amiga y ser querido, en una humilde casa apartada de los demás. Únicamente hablaba con una persona que no fuese su madre, Arnod, cuya colección de libros siempre había estado a su disposición. Todos los de la aldea la creían rara, pero no le importaba, sus razones tenía.

Rara vez se le permitía salir a solas a pasear por el bosque, con un pequeño libro en la mano, siempre mecía los árboles cantando una canción, con bella voz, en quenya que de pequeña aprendió. Hasta llegar a aquel Nogal cuyas raíces siempre le dieron un buen cobijo a su lectura, novelas románticas por lo general, que le enseñaban lo que nunca tendría. Amaba la soledad y este lugar era el más idóneo para sumegirse en un mundo de fantasía donde ella era la protagonista, y ya que no podía hablar con nadie, los libros y la naturaleza conformaban su sociedad.

-Bonito día ¿Verdad?

Se trataba de Goldor, un bello elfo de su aldea, sólo de vista lo conocía, pero se había fijado en él alguna que otra vez. Ojos azul cielo y sonrisa que derrochaba simpatía y encanto. Se levantó sin mediar palabra e hizo el amago de marcharse, pero él le cortó el camino interponiéndose.

-¿Ya te vas?- Preguntó con amargura.

Tras aguantar su mirada un par de segundos, se dispuso a marcharse nuevamente, y sus palabras volvieron a impedírselo:

-Espero volver a coincidir contigo, yo no creo que seas tan extraña como dicen.

Se giró y se puso frente a él, dolida por el comentario. Se quedó mirando a sus ojos, él pudo observar el magnífico brillo de aquellos ojos oscuros, que hacían contraste con su blanca piel y juego con su cabello negro y ondulado. Le pareció la imagen más maravillosa que nunca había visto. La quiso para él, aunque la gente de la aldea no opinase igual, era la elfa más bonita que nunca había visto. Ella le respondió:

-Pues no, no soy extraña, soy una elfa como otra cualquiera.
-Si no más bonita.

Sus ojos la recorrieron por completo, una fina piel de dulce apariencia y unos perfilados labios color carmesí. Varios segundos de silencio se hacían eternos durante los cuales él se fijaba memorizando cada detalle de la diosa que tenía delante. Hasta que sus ojos vieron el libro que llevaba:

-¿Qué lees?- Dijo rompiendo el silencio.

Desde entonces cada día se encontraron en ese mismo lugar, ese viejo Nogal era su lugar secreto y el testigo de sus encuentros. Fue surgiendo una amistad, nuevas sensaciones que Liena nunca había sentido. Hablar, reír, jugar... Resultaba reconfortante poder contar con alguien que no fuese su madre, a quien no comentó nada de lo que acontecía en sus paseos por el bosque.

La comida ya estaba en la mesa cuando llegó del bosque y su madre la esperaba sentada en una de las butacas. Empezaron a comer como siempre:

-He oido rumores, y me tienen algo preocupada.
-¿Qué rumores?
-Dicen que tienes una bonita amistad con Goldor.¿Es verdad?
-...
-Entonces es verdad.
-Sólo somos amigos...
-¿Le amas?- La interrumpió dejándola con la palabra en la boca.
-Sí.

Liena avergonzada, enfadada y decepcionada por cómo había contado Goldor de sus encuentros, se encerró en su habitación con los ojos bañados en lágrimas. Durante los meses que siguieron no acudió a la cita diaria con Goldor. Tenía miedo de lo que pudiese ocurrir, Goldor no lo entendería. Liena había heredado una marca de nacimiento, en el muslo derecho, una marca roja en forma de corazón. En su familia a lo largo de la historia había aparecido con frecuencia, y quien la llevara estaba destinado a morir en su primera noche de amor.

Tres meses habían pasado y decidió volver a su amado y extrañado bosque, a las raices del viejo y cómodo Nogal, para leer un rato, y por qué no, recordar a Goldor. Cuando llegó se sentó tranquilamente, abrió el libro y dejó que el viento golpeara su pelo y lo meciera con suavidad.

-Bonito día ¿Verdad?

El latir de su corazón se aceleró tanto que dió un respingo, y miró a Goldor con miedo y alegría al mismo tiempo. Evitando mostrar ningún sentimiento le ignoraba mirando el libro, pero por dentro vibraba.

-¿Por qué no has vuelto? Te he estado esperando desde entonces.
-No puedo decírtelo.
-¿Por qué?.
-No lo entenderías- Goldor se acercó hasta que sus rostros estuvieron separados únicamente varios milímetros.
-¿Acaso no me amas?

Su corazón ansiaba decir que lo amaba con todas sus fuerzas pero sólo, logró decirle que no podría entenderlo, mientras sus lágrimas resbalaban por su fina y bella cara. Entonces la abrazó tan fuerte como pudo, y ella por primera vez sintió su cuerpo, su calor.

-Te amo como jamás he amado a nadie.
-Yo no puedo amarte...
-¿Por qué...
-Porque... porque eso me mataría.

El abrazo cesó y ella se sumergió en el suave aroma de su piel, que le hizo olvidar las últimas palabras que había dicho.

-¿Me amas?- Preguntó él.
-Sí.

La pasión empezó a recorrer ambos corazónes, él acarició su cara y sus labios se juntaron dando lugar a un tierno y apasinado beso, que desembocó en caricias que recorrían el cuerpo del otro, abandonándose al placer. Sus cuerpos se unieron, se buscaban el uno al otro y finalmente se fundieron formando un sólo ser. La noche fue testigo de su amor. Antes de caer en el sueño eterno ella le susurró al oído:

-Te amaré siempre.

La luz del día le despertó calentando su cuerpo desnudo junto al de Liena. Le acarició la cara y la besó, estaba alarmantemente fría. La llamó en voz baja, luego fue creciendo hasta acabar gritando y derramando lágrimas sobre su frío rostro, que aunque sin vida conservaba su belleza. Entonces recordó lo que le había dicho el día antes, si lo amaba moriría. El dolor recorría todo su cuerpo entre sollozos y amargas lágrimas llenas de culpabilidad.

Tanto tiempo pasó llorando que sus lágrimas se acabaron y sus ojos quedaron secos. Dejó de alimentarse, no encontraba sentido a la vida sin ella, y finalmente la pena lo mató, para poder por fín encontrarse con ella en su siguiente vida.