Encerrado, entre cuatro paredes, que piensan y actúan por sí solas, cada vez me parece mayor esta habítación. Se me hace inmensamente grande, la soledad me abruma y me pierdo dentro de mi propia mente, viajando entre recuerdos, experiencias y sentimientos. Una descarga eléctrica impulsada a través de una de mis neuronas me obliga a dejar caer una lágrima, que tumbado en la cama moja mi almohada.
Con los ojos llorosos y mirando hacia arriba, soñando como siempre, y el brazo estirado con la mano abierta. Sueño lo mismo de cada noche, cada día, cada segundo. Sueño en poder agarrar tu mano, y mirando la mia, lo imagino perdiéndome en un sueño que me lleva hasta mañana. Desgraciadamente los ángeles siempre están demasiado lejos de mi alcance.
Sus ojos... Tristes, no pude evitar llorar al verle, ese angel con ojos vacíos y carentes de luz, destinados a vivir para ver la felicidad ajena. Una felicidad que provocan ellos, y que nadie jamás podrá hacerles sentir. Es triste el pensar que algo tan bello y con un mensaje tan bonito, sea a la vez lo más triste y desesperante del mundo. Porque los ángeles no son otra cosa que esclavos de la desgracia.
Al parecer nunca me he dado cuenta, pero tengo un ángel en mi vida. No tiene alas, pero me hace volar. Sus ojos no son tristes, pero me hace feliz, y lo más raro de todo, está al alcance de mi mano... Al alcance de mis labios y escucha mis palabras. Sólo espero que no le crezcan alas y huya lejos, pues necesito a este angel con forma de mujer que me da fuerzas para seguir con esta insulsa e insatisfecha existencia.
Con los ojos llorosos y mirando hacia arriba, soñando como siempre, y el brazo estirado con la mano abierta. Sueño lo mismo de cada noche, cada día, cada segundo. Sueño en poder agarrar tu mano, y mirando la mia, lo imagino perdiéndome en un sueño que me lleva hasta mañana. Desgraciadamente los ángeles siempre están demasiado lejos de mi alcance.
Sus ojos... Tristes, no pude evitar llorar al verle, ese angel con ojos vacíos y carentes de luz, destinados a vivir para ver la felicidad ajena. Una felicidad que provocan ellos, y que nadie jamás podrá hacerles sentir. Es triste el pensar que algo tan bello y con un mensaje tan bonito, sea a la vez lo más triste y desesperante del mundo. Porque los ángeles no son otra cosa que esclavos de la desgracia.
Al parecer nunca me he dado cuenta, pero tengo un ángel en mi vida. No tiene alas, pero me hace volar. Sus ojos no son tristes, pero me hace feliz, y lo más raro de todo, está al alcance de mi mano... Al alcance de mis labios y escucha mis palabras. Sólo espero que no le crezcan alas y huya lejos, pues necesito a este angel con forma de mujer que me da fuerzas para seguir con esta insulsa e insatisfecha existencia.